Mientras estas letras están impresas desde unas yemas a temperatura de 39 grados, mi mente tiiii rii taaa. El médico me ha dicho que no es más que una gripe y que se cura con reposo. Pero mi reposo es tu pecho y ya te has ido. Lo único que me queda es la silueta de tiza que pinté en la pared de mi cama mientras hacías que dormías.
Justo cuando te marchaste mientras yo hacía que dormía, empezaron mis síntomas.
Me he acercado tantas veces a esa línea imaginaria en estos dos días que poco a poco me la he ido esnifando. Eso es lo que me ha provocado la fiebre y mis delirios. Por eso hoy mis, palabras, están, cansadas, febriles, atizadas.
La próxima vez, te dibujaré con un rotulador permanente. Me evitaré el exceso de temperatura y el tener que hacer esfuerzos para recordar a qué altura estaban dibujados tus labios.